martes, 18 de enero de 2011

...segundo cumpleaños !!!

Hace ahora dos años nació mi blog, Pentaprisma y Luz, sin ambiciones y con la única pretensión de ser escaparate, para nadie y para todo el que quiera, de mis fotos y experiencias. Muchísimas cosas han pasado en estos dos años, gran mayoría de ellas contenidas aquí, en ocasiones de forma claramente visible, en ocasiones de manera camuflada, pero jamás imaginé que después de 2 años cerca de 15 mil visitas hubiesen tocado la puerta de este rincón.
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Quiero agradecer a cada una de esas personas que hay detrás de cada click el haberme visitado, aunque sea una sola vez, y a todos los que de una manera u otra han colaborado con el blog, aportando textos, ideas o experiencias, resultado de haberse cruzado nuestros caminos en algún momento. GRACIAS !!

"Si además de escuchar estuviera más atento, si además de aprender también me moviera como el viento, si además de mirar fuese capaz de buscar por dentro, ganaría un preciado y valioso tesoro en tiempo y mandaría lo demás al fondo del vacío. Mientras me quede un soplo de aliento volveré a intentarlo, volveré a probarlo, volveré a entenderte, volveré a empezar de cero."

jueves, 13 de enero de 2011

...frente a frente

Queda, que poco queda, de nuestro amor apenas queda nada, apenas mil palabras. Queda sólo el silencio que hace estallar la noche fría y larga, la noche que no acaba. Sólo quedan las ganas de llorar al ver que nuestro amor se aleja y frente a frente bajamos la mirada, pues ya no queda nada de que hablar, nada.

Queda poca ternura y alguna vez haciendo una locura un beso, y a la fuerza. Queda un gesto amable para no hacer la vida insoportable y así ahogar las penas. Sólo quedan las ganas de llorar pues ya no queda nada de que hablar, nada.
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"Frente a frente" de Enrique Bunbury

domingo, 2 de enero de 2011

Galco


"Mi ignorancia de novel y mi vanidosa postura me usaron para construir un pasado y dar un carácter a alguien del cual pretendí, error, escribir también su futuro. Y terminé confundiéndole con mis recuerdos nacidos de lo real y convencerme de que le conocí en algún momento y lugar. Fue un tierno, en ocasiones brusco, y doliente duelo. Me derrotó. Porque nadie escapa a las consecuencias necesarias de su pasado."

Como cualquier bien nacido, y quién no lo es cuando le paren que ya será mal nacido para alguien en vida, así me crearon y así era yo, como todos, o más normal que todos. Ni rollizo ni espigado ni pillo ni honrado, ni mucho ni poco, cosa sosa. Que vete para allá, iba; que vengas, volvía. Y años llevaba en el mundo, que aunque caminaba no sabía guiarme, o peor aún, no me atrevía. Y no es que fuese lelo, que de ingenio ando muy cargado, pero como vago, nadie, ni la modorra del recién comido, y como cobarde, baste decir que aunque lamerón vengo a ser, no como azucarillos por miedo a tragármelos y atascarlos en el graguero y por ende asfixiarme. Pero desatenderé el contar las máculas y calidades de mi espíritu, pues para qué, si ellas se reflejan en las obras y sucesos de uno. Así, obviaré mi pasado, que tan solo me comprometí a escribir de mi futuro ya resuelto, y me detendré en esas fechas.

Fechas en las que tragué hastío y aburrimiento, las que pasé en casa de Berta Flande, hermana de mi abuelo paterno, y que por desvaríos del destino tuve que acampar en sus alcobas. Mujer ésta de figura que llevaba a equívocos, pues parecía que se mantenía erguida por un último soplo de vida, centenaria en el porte que no en los años ya que rondaría los setenta, tenía apariencia depauperada y huesuda, con un rostro cenceño de ojos saltones e insidiosos a modo de dedos que apuntaban con fastidioso descaro. Con ver como movía el esqueleto de parte en parte y latigueaba la lengua en las desiertas encías del regusto que le daba al hablar, cualquiera que tuviese algo peor que hacer de lo empalagosa y majadera que resultaba, huiría.

Así, después de cada cena, contaba, no sin antes guarecer mi jeta para que no me alcanzasen balines de comida que sin rumbo saltaban de su bocera, cómo feneció su marido, que fríos inviernos han caído ya, de unas extrañas fiebres que le vaciaron las entrañas, muriendo más seco que una mala intención. Y como a Berta Flande le placía decir... la palmó de oquedad, y en otras noches decía... jamás vi enjugar el nalgatorio de tal modo. Y a todo esto se reía, y yo pensaba... ¿y si ella le mató?

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Introducción de "Sabub en el hombre" de Jose A. Jiménez Soler