...y en cuanto acabó de zurcir las heridas de las noches mal dormidas llegué yo y le llené de flores el jergón, para los dos, sin espinas, de colores, que se rieguen cuando llore, cuando no, las sulfatamos con nuestro sudor.
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Me confesó: cuando quieras arrancamos. Que en las líneas de la mano lo leyó, se acabó el que la quemara el sol. Pero se asustó, ¡como te retumba el pecho!,...tranqui, solo es mi maltrecho corazón, que se encabrita cuando oye tu voz.
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Adaptación de "Corazón de mimbre" de Marea