Quizá mi andanza estaba signada con el rumbo de otras estrellas. Me debía a mi mundo, inventado por mi propio destino. Un camino con muchas etapas, sorteando equivocaciones, pero sublimando las expresiones de mis personajes, llegados del olvido. En años anteriores, en otros tiempos de viajero, mi brújula me ubicaba en las altas florestas del Amazonas, para imaginar al cauchero, al buscador de fibras y orquídeas. En otros lados dispuse de una canoa y un año y medio para recorrer la zona lacustre y pintar el caserío flotante, los pescadores y lavanderas. Igual tarea realicé en otro allá, un mundo de redes y enredados. Y casi encontrándome de frente a mi vida, me instalé en las barracas, recorrí el suburbio buscando mis modelos en niños tristes, vendedores de suertes, flores y juguetes, sumando una vida imaginaria de andanzas, viendo la diaria lucha de gente humilde. Fue una preparación de vida, por demás rica en vivencias, he visto que no muy diferente a mi mundo real.
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Liber Fridman, por los caminos de América (adaptación)
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Foto tomada en el bosque de Las Tablas de Daimiel